La respiración es el gran volante vital. Observo que, casi sin excepción, las personas que tienen una caja torácica bien desarrollada viven sin problemas, es decir, logran resolverlos a medida que se presentan.

No solamente respiramos muy mal, sino que a menudo la calidad del aire es más que dudosa; de aquí nuestra falta de resistencia a las enfermedades, a la fatiga, nuestro nerviosismo, nuestra irritabilidad; además nuestra respiración es incompleta, superficial, porque estamos perpetuamente crispados y en tensión bajo el imperio de emociones negativas.

¡Por supuesto que no hemos esperado a los Yoguis para respirar! Pero al practicar su arte de respirar, se dará cuenta hasta qué punto respiraba mal antes. Desde el momento en que la matrona corta el cordón umbilical, los pulmones se convierten en la placenta que une al hombre con la madre cósmica.

Comience su día con algunas respiraciones profundas, lentas, silenciosas, en la cama; y cuando se sienta fatigado, deprimido, sin ánimo, haga algunas respiraciones completas; su fatiga desaparecerá, su mente experimentará sus beneficios y volverá al trabajo con renovado entusiasmo.

Por eso, en yoga, lo primero que se aprende, es a respirar y a utilizar esa técnica para nuestro bien-estar.

Sí, respirar el vivir. Pero respirar lentamente es vivir mucho tiempo. Y en buena salud.